Por ÁLVARO RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ
Seguirán los muertos por siempre.
La historia como los ríos y los desastres naturales, tienen memoria. La ladera de la muerte es un recorrido de espanto a la que le siguen ubicando carga en las partes altas y el agua de fábricas y urbanizaciones que llegan, caen sin control.
Rueda un video donde se ve desde una pared de la acequia, de manera infame y temerosa, un chorro de agua que filtra hacia la ladera.
Y, volverán los mismos anuncios. Recursos para paliar el escándalo y seguir sin solucionar la ausencia de políticas de tierra. Mientras ello ocurre, urbanizadores extraños y del volteo de tierras – como se les conoce a estos superpoderosos - siguen invadiendo espacio público y terrenos donde no se puede construir. Las zonas verdes, desaparecen entre el ruido de las oficinas de control y ciertas Curadurías. Planeación, es un desafío ante tanto técnico lustroso que ni se inmuta por la otra ciudad que florece cerca a los ríos…
Los bancos de tierra ya no existen siquiera en anaqueles viejos. Muchos alcaldes del Risaralda, en sus planes de desarrollo, tienen déficit de programas para asustar la muerte. Persisten bancos, pero de deslizamientos con muchas iniciativas de prevención. La contingencia, doloroso decirlo, la marcan los muertos. La informalidad. El lodo y las piedras, el dolor de familias por la ausencia de vivienda.
Acaso, hay planes a largo plazo, una política pública decente, para ¿contar con bancos de tierras en el Área? Ni mapas de riesgos. Las laderas crecen en muchas zonas del Área, en medio de tala de bosques, árboles, quebradas que se mueren, que van dejando el descapote de inmensos territorios. Viene la muerte.
En Dosquebradas, el amplio sector en gran parte de su recorrido está tomado. Preparémonos para más tragedias. Desde Pereira se ve llover.
La Popa que era un recorrido de pánico por las casas que se construyeron hace muchos años, tuvo el valor del ex gobernador y director de la CARDER, Ernesto Zuluaga de frenar la orgía electoral con el negocio de las invasiones que ha crecido. Erradicó.
Hoy Caracol – la Curva, es otro problema comprado por la ceguera estatal. La ciudad tiene otra periferia y los POT buscan ser modificados con complacencia de ciertos “urbanizadores” fijos en el negocio de medir suelos y “comprar” zonas de expansión. Los Concejos, son un saludo a la tolerancia. Como ayer, un fortín político y un negocio lucrativo.
Volverá la muerte. El titular está listo. La desidia la ganó a la ladera que trajo muertos que arrastró por el río…
alvarocomunicaciones@yahoo.com.co
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Que buen comentario,buena columna, no solo pasa en el área metropolitana también en los demás municipios , ni hablar de Santa Rosa de cabal, invasiones por todas partes, hasta del espació público, áreas de seción, zonas comunes en planes de vivienda ,no pasa nada ,esto parece tierra de nadie ,no ahí autoridad civil ahora y desde tiempo atrás . Alguna vez pregunté dónde está el piloto, aún cabe la pregunta.
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