LINA MARIA ARAGO DÁVILA
PROFESIONAL EN GOBERNO Y RELACIONES INTERNACIONALES
IG Linaarangoejecafetero
Los colombianos estamos indignados con la reforma tributaria y en especial quienes de manera responsable, transparente y honesta pagamos impuestos. Año tras año somos testigos pasivos de las exenciones “justificadas” en criterios más políticos que técnicos, de la elusión que busca minimizar el pago de impuestos usando herramientas legales -no éticas- y de la evasión, sin que se evidencie un esfuerzo del gobierno para limitar y sancionar dichas prácticas.
¡Estamos indignados! y no es para menos. Pagamos impuestos y lo menos que esperamos es que los esfuerzos por realizar una reforma tributaria estructural y necesaria ante la crisis económica, sea asumida de manera equitativa por todos los colombianos. Esta será la tercera reforma directa presentada por el actual gobierno y la que nos rige actualmente es a todas luces inconveniente por la gran cantidad de regalos tributarios que fueron incluidos. ¿Esas exenciones serían acaso el pago a un apoyo electoral?
Con esta nueva reforma denominada “solidaridad sostenible”, el gobierno hace caso omiso al sentido común y a las preguntas básicas - no hay que ser un técnico experto – que nos hacemos los contribuyentes: ¿por qué no se combate la evasión? ¿por qué no se habla de elusión? ¿por qué no se redefinen las zonas francas? ¿por qué las iglesias no pagan impuestos? ¿por qué el sector financiero paga menos que otros sectores? ¿Por qué las bebidas azucaradas no pagan lo que deberían? ¿por qué no se evidencia un esfuerzo en que los terratenientes paguen los impuestos adecuados sobre la tierra?
Quienes somos responsables con el pago de impuestos y entendemos la función social de la cultura tributaria, lo mínimo que esperamos es transparencia y justicia en la contribución. La base de un sistema tributario justo y fortalecido, no solo debe generar confianza en el retorno de la inversión pública – atributo afectado por la corrupción-, sino que debe tener la capacidad de detectar y responder ante aquellos que no cumplen con las leyes aplicando mecanismos de sanción legal, cobranza coactiva y sanción social.
El actual proyecto de Reforma Tributaria, no sólo no contribuye a dar respuesta a la molestia por un sistema a que a todas luces es inequitativo, si no que llega en un momento de descontento ciudadano, alta desconfianza institucional e incoherencia ante los recientes gastos asumidos por el gobierno nacional, como lo son la compra de aviones de guerra. Además, recarga una vez más la responsabilidad en la clase media y en especial en quienes de manera responsable o resignada pagamos sin eludir. Si bien es cierto que Colombia necesita una reforma tributaria estructural, seria y responsable fiscalmente, no se evidencia un interés en disminuir la gran cantidad de exenciones del código tributario, ni en generar una estructura más transparente que permita combatir la evasión y la elusión fiscal.
El descontento ciudadano crece y nos llevará a las calles el próximo 28 de abril.

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